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El Gorrión


El gorrión no tiene el canto melodioso de un jilguero ni es vistoso como un cardenal. Es apenas un pajarito de color más bien desvaído, glotón y bochinchero, y tan confianzudo como para meterse en las habitaciones de las casas en busca de algún resto de comida. Y, además de todo, es “gringo”. Asociado al hombre desde el nacimiento de la agricultura, hace unos 12.000 años, en los valles de Eufrates y el Tigris, y debido a su gran capacidad de adaptación el gorrión fue ocupando todo el lugar habitado del planeta, desde las heladas tierras suecas con 45° bajo cero , hasta las muy cálidas del Mato Grosso, con temperaturas que sobrepasan los 55°; Y desde el nivel del mar hasta los 5.000 metros de altitud.
Hay constancias de que el gorrión en la Argentina fue en 1850 cuando fue introducido en Estados Unidos con el fin de combatir una plaga de gusanos. Sobre su llegada a nuestro país existen distintas versiones. Una de ellas afirma que una pareja de gorriones, que habría anidado durante el viaje, arribó a Buenos Aires a bordo de un velero que venía de Liverpool, volando a tierra con sus jóvenes hijos. Otra versión, atribuye la introducción del gorrión en la Argentina al cervecero suizo alemán E. Biecket, quien alrededor de 1872, trajo varias parejas de gorriones de Europa.
Una dieta variada: para su alimentación, aprovecha los cereales con que el hombre ceba el ganado y las semillas que integra la dieta de las aves de corral, por lo que es frecuente verlo sobrevolar, además de las cosas, los depósitos de cereales, tinglados de estaciones ferroviarias, silos o cualquier lugar donde se almacenen granos. Pero si la dieta no es solo granívora, ya que puede incluir verduras tiernas, frutas y hortalizas cultivadas e incluso las sobras de comida. Otro componente de su, es alimentación especialmente en la época de crianza, son los insectos y arañas.
Gregarios y ruidosos: alborotados y bullangueros, los gorriones son aves gregarias, que al caer la tarde acostumbran reunirse en ruidosos dormideros.
Si la comida es abundante, sus hábitos son sedentarios. Pero en el caso de que el alimento escasee incursiona en bandadas buscando pastos recién granados. Aunque son buenos voladores y frecuentan las ramas de los árboles y arbustos, los gorriones se desplazan habitualmente por el suelo mientras buscan alimento, se higienizan, etc. Allí, en vez de caminar, avanzan en típicos saltos cortos. Característicos de estos pájaros son los baños de polvo mediante los cuales se desprenden de parásitos externos.
A la conquista de la compañera:
Construyendo la casa: buscando siempre la cercanía del hombre, el gorrión prefiere nidificar bajo algún alero, entre las tejas, en los entretechos de las casas, en el interior de cualquier hueco o en alguna saliente que le sirva de sostén. También puede hacerlo en cualquier árbol. Frecuentemente disputa estos sitios a golondrinas, ratones y chingolos. Además, suele apropiarse de nidos ajenos, como los de picabuey, leñatero, hornero o tordo músico. En ocasiones, el lugar escogido es sorprendente: A. J. Johnson y J. D. Goodal, descubrieron un nido de gorrión con cinco huevos a escasos centímetros de uno de ñacurutú. Y, recientemente, un grupo de jóvenes ornitófilos pudo observar un nido de gorrión en una torre de iluminación y a escasa distancia de un nido de gavilán blanco (con pichones). Pero sin duda uno de los emplazamiento más insólito fue el de una pareja de gorriones que escogió... el interior de una mina de carbón, en Inglaterra, a más de 100m de profundidad. En la construcción del nido trabajan el macho y la hembra.
Para ello se valen de pajas, palitos, cordones, pedazos de tela y de papel, crines etc. El nido es abultado y en forma de bola, con entrada lateral y bien tapizado de plumas. A veces los gorriones construyen nidos coloniales; al respecto, comenta R. Housse: “ admiré uno en un naranjo: cinco matrimonios edificaron juntos un enorme cilindro de 70 cm de largo, construyendo una casa de vecinos, separada cada una por un espeso tabique”
Al llegar la primavera: comienzan los rituales del cortejo. En ésta época, varios machos, cuyos colores se han intensificado, persiguen a una hembra, al tiempo que emiten fuertes gritos y dan saltos alrededor de ella, alzando la cola y entreabriendo las alas. En medio de este cortejo colectivo, los competidores suelen trabarse en duras luchas, embistiéndose y picoteándose.
Cuando uno de los machos logra acercarse a la hembra, exhibiendo su pechera negra, aquella puede rechazarlo durante un tiempo hasta que finalmente acepta alguna ofrenda del pretendiente, consistente ramitas para construir el nido.
Huevos y Pichones: una vez concluido el nido, comienza la cópula, que en ciertos aspectos, defiere de la otras especies: entre los gorriones, el macho cubre varias veces seguidas a la hembra saltando de un costado a otro, mientras ésta permanece agachada, piando y moviendo permanentemente las alas. Los gorriones son aves sumamente prolíferas efectúan de cuatro a cinco puestas por año y los pichones de la primera nidada pueden alcanzar a procrear a fin del mismo verano. Cada puesta es de tres a seis huevos de tamaños y colores bastantes diversos, posiblemente a causa de lo heterogéneo de la alimentación hay huevos de fondo blanco, celeste, verdoso, rojizo o gris, con o sin pintas. Y éstas pueden ser grandes o chicas, y de color rosado y lila la incubación corre por cuenta exclusiva de la hembra y dura entre once y catorce días.
Los pichones nacen completamente desnudos y ciegos. Padre y madre se ocupan de alimentarlos con una frecuencia de alrededor de veinte veces por hora. Es así que los pichones ingieren gran cantidad de insectos y lombrices. Según J.H.Fabre, en una semana pueden consumir hasta 9000 mariposas, orugas y sabandijas. A los catorce días de nacidos los pichones abandonan el nido. Es entonces cuando pueden tener lugar las demás puestas.

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