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HISTORIA DE LOS PAPAGAYOS


Las psitácidas se han convertido en nuestros días en un objeto cotidiano a nuestro alcance; dando un paseo por nuestra ciudad encontramos tiendas de animales que exponen diversidad de especies de loros, al llegar a casa conectamos la televisión y vemos pasar ante nuestros ojos otras tantas especies de papagayos, apareciendo bajo el formato de documental de naturaleza, como parte de un telediario, como gancho de una campaña publicitaria, como "adorno" en tal o en aquel programa tan aburrido sobre prensa del corazón... Los loros, papagayos, psitácidas o como los queramos llamar ya viven entre nosotros, forman parte de nuestra vida, no son considerados como algo extraordinario. Nos son algo tan familiar que incluso ya viven en los parques de nuestras ciudades en completa libertad como es el caso de la cotorra argentina que tiene establecida una colonia en Barcelona, y la cotorra de kramer que podemos encontrar en parques de Génova, Palermo, Innsbruck y Londres. Pero esto, como podemos suponer, ha sido parte de un proceso, de una evolución que ha tardado miles de años en producirse, desde el primer individuo que domesticó a un papagayo hasta nuestros días. Vamos a hacer un viaje, un viaje muy largo, a través del espacio y del tiempo para conocer el origen de la domesticación y aparición del papagayo como animal de compañía. No se tiene constancia de en que momento de la historia aparece el loro como animal domestico y cautivo por el hombre. En Egipto a través de restos arqueológicos se ha constatado la aparición de pinturas jeroglíficas en las que se hacen referencias a palomas, ibis, ánades y papagayos. En China en sedas, vasos y cerámicas aparecen representados una gran variedad de pájaros, que según la interpretación de los expertos, ya aparecen como animales domesticados. En América del Sur se tiene constancia de que los Incas ya domesticaban a algunas amazonas que mantenían en sus casas y en el interior de los templos. Para los hindúes los loros eran considerados el símbolo del amor y siempre acompañaban al dios del amor hindú, Kama, sirviéndole de montura, o tirando del carro llevado por el dios. Además un poema indio llamado Rigveda, de más de tres mil años de antigüedad, hace ya referencia a las psitácidas, pero como animales libres. Con los datos históricos de la mano, podemos considerar como los primeros coleccionistas de pájaros a los egipcios, en cuya literatura aparece una referencia de la que deducimos que, en el 4000 a d C ya existían grandes colecciones de aves. También se tiene constancia de que, hacia el 1500 a d C, la reina Hatsepsut organizó una expedición encaminada a la captura de aves para aumentar su ya extensa colección de pájaros.



Hacia el 327 a d C llegaron las primeras psitácidas a Europa, en concreto a Grecia; fue de la mano de Honéscrito, marinero que participó en las campañas de Alejandro Magno por Asia y que trajo de estas tierras alguna especie de loros. Estas se cree que pudieron ser la cotorra alejandrina (Psittacula eupatria), la cotorra pechirroja (Psittacula alexandri), la cotorra de kramer (Psittacula krameri) y las cotorras ciruelas (Psittacula cyanocephala). También es en el siglo IV a d C es cuando Aristóteles deja constancia de haber presenciado una nueva clase de aves provenientes de Asia y traídas por las tropas de Alejandro Magno. Las psitácidas fueron muy apreciadas en Grecia sobre todo por la capacidad que tienen estas aves de imitar sonidos y la voz humana.
Estas especies indias cada vez adquieren una mayor importancia extendiéndose, en un primer momento por toda Grecia y en un momento posterior más allá, llegando hasta Roma. Allí adquirieron un gran valor económico (se podían llegar a cambiar por un esclavo) y eran un símbolo de riqueza y ostentación. Se alojaban en jaulas de oro y plata, con frisos de marfil y carey, y aparecen profusamente reflejados en mosaicos lamparas y ánforas. Había profesionales dedicados al adiestramiento en la imitación de los loros. Varron (116 a 27 a d C ) describe una fabulosa pajarera en Casino con redes en vez de barrotes de hierro. Siculo en el 50 a d C describe los papagayos observados durante un viaje a Siria, probablemente procedentes de Africa.Plinio (24 a d C a 69 d d C) en su Historia natural los describe; " los papagayos imitan las voces humanas mejor que cualquier otro pájaro, e incluso llegan a conversar. Este pájaro proviene de la India, donde se le llama psitace, y tiene todo el cuerpo verde, a excepción de un collar rojo alrededor del cuello. Saluda a los emperadores, pronuncia las palabras que escucha y muestra una inclinación lasciva hacía el vino. Su cabeza es tan dura como su pico; cuando ha aprendido a hablar, se le pide que lo haga con un bastoncillo de hierro, pues de otro modo no nota el golpe. Cuando detiene su vuelo, aterriza sobre el pico y se apoya en él, reduciendo así el peso que apoya sobre los pies, que son débiles".En Roma también eran muy apreciados los loros como elemento culinario. Se preparaban las lenguas de estas aves para su consumo en la creencia de que su ingestión curaba la mudez, la tartamudez y la falta de elocuencia ( esta superstición se mantuvo hasta la Edad Media). La preparación de la lengua de las psitácidas tenia otra función a parte de la "medicinal"; cuantas más se preparaban en los banquetes más pudientes eran los anfitriones; era un acto de ostentación sin par. Tras la caída del Imperio Romano, no volvemos a tener referencia sobre las psitácidas en Europa, hasta 1230, momento en que aparece un grabado del arquitecto francés Villard de Honnecourt que representa a una mujer malabarista que lleva un papagayo en el brazo. Durante el s. XIII Marco Polo divisó infinidad de papagayos y cacatúas blancas en la costa meridional de la India, importadas, probablemente, por navegantes malteses de la isla de Sonda. En el s. XV aparecen en Europa los primeros yacos (Psittacus erithacus) traídos por los franceses de las Islas Canarias, tras su estancia en el año 1402. Los yacos fueron importados a las islas por los antiguos pobladores de éstas, después de viajes que realizaron al continente africano. En el s. XVI los viajes de Colón, Magallanes y Elcano, descubrieron una gran cantidad de nuevas especies de papagayos ( 27 especies de amazonas y 17 de guacamayos de América del sur y, loris y cacatúas de Indonesia). Estos loros ya eran conocidos y amaestrados por los nativos antes de la llegada de los españoles. Sirva como ejemplo el curioso episodio que se produjo en la isla de Yuivaco, en 1509, cuando las tropas españolas mandadas por el general Ojeda intentaban la invasión de esta isla del Caribe, los papagayos amaestrados por los indios al asustarse por la aparición de los soldados huyeron de las copas de los árboles, poniendo en alerta a los indígenas que escaparon internándose en la selva. Los españoles hallaron en Perú loros domesticados por los incas, que utilizaban sus plumas ,debidamente coloreadas, para el adorno de templos y personas relevantes.Colón también observó en Guanahaní (Bahamas) papagayos en las chozas de los nativos, además papagayos que no eran oriundos de esas islas por lo tanto importados por los pobladores. En el s. XVII con los grandes viajes se descubren las cacatúas, que fueron traídas con gran lentitud a Europa. Durante todo el s. XVIII fueron importadas especies de las islas Molucas por parte de los comerciantes holandeses.
Durante el s. XIX los loros se convierten en animales raros y costosos asociados con las clases pudientes de la época, hasta 1840 cuando el ornitólogo y pintor John Gould volvió de Australia a Inglaterra con un importantísimo cargamento; con un periquito común que revolucionaria a partir de esos instantes la tenencia de aves, pasando de ser un símbolo de riqueza a un hobby. El periquito tuvo un gran éxito lo que llevó a la importación masiva de ejemplares desde Australia a unos precios elevadísimos que fueron combatidos a través de la cría en cautividad de esta especie, consiguiéndose así precios más baratos y una mayor accesibilidad por parte de la mayoría de la población.En 1872 aparece la primera variedad de color; la azul y amarillo y en 1910 aparecen otras mutaciones y
variedades que hicieron al periquito el pájaro más común en todo el mundo, incluso por encima del siempre presente canario. A partir de la segunda mitad del siglo XX la tenencia de loros se hace más fácil y alcanza una relevancia sin limites a lo largo de la historia. El aumento de la capacidad adquisitiva, la elevación del nivel de vida, la generalización de transportes rápidos como el avión y la cría de una gran cantidad de especies fuera de sus países de origen han hecho de la tenencia de psitácidas una situación común en nuestras existencias. La mejor manera de aprender es estudiando nuestra historia, y a este respecto lo que nos enseña la historia de un guacamayo es que tenemos que sentir verdadera admiración por unos animales que han sido reverenciados y queridos por las grandes civilizaciones y sus dirigentes, por aves que han hecho uno de los viajes más largos que se recuerde a través del espacio y el tiempo para estar a nuestra plena disposición. Aprovechemos que están a nuestro alcance.

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