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Las Escuelas de entonces

Fue en la época bizantina cuando aparecieron elementos tales como la silla, la brida y las riendas. Sin olvidar que con la silla se crearon los estribos que fueron de gran utilidad para los jinetes que tenían que buscar el máximo equilibrio en su caballo, a consecuencia del peso que representaban sus armaduras y escudos y las armas propias de la época.
Fue entonces cuando se empezaron a estudiar sistemas y técnicas, y surgieron las escuelas "a la jineta" y "a la brida". La segunda prevaleció sobre la primera pero esto no quiere decir que "la jineta" haya quedado en desuso.
En los campos andaluces y salmantinos, en los cortijos o en el rejoneo en las plazas de toros todavía esta vigente el estilo limpio, elegante y ardoroso de la jineta. Precisamente en España y Portugal.
No obstante, las tácticas de combate, los juegos de guerra y el peso de las armaduras generalizaron en toda Europa la llamada "Escuela de la Brida", mientras que el sistema de montar "a la jineta", más apropiado para los juegos de cañas y el toreo se afianzó en España y ahí sigue.
Para montar a la brida, se requiere un arnés cabecero que sujete al caballo mediante la brida propiamente dicha, el freno o bocado y las riendas. La silla carece de resaltes o salientes excesivos y los estribos han sufrido cambios en los materiales utilizados.
Las guerra de Italia, en la época, iniciada por los Reyes Católicos, fueron unas de las causas que acabaron por generalizar en España la escuela de la brida, por cuanto el jinete tenía una mayor movilidad y libertad de acción, sin las limitaciones que imponían los útiles aplicados al caballo más que el propio dominio del jinete que lo montaba.
La permanencia en Italia de los soldados españoles, peleando con enemigos cuya táctica guerrera era tan distinta de la que ellos habían practicado en suelo español durante el largo periodo de la Reconquista, produjo sin duda una profunda modificación en la manera de combatir a caballo, y por tanto en la utilización de este.
Fue pues en Italia donde la caballería española empezó a amoldarse a los nuevos estilos, dejando el español para las competiciones y los juegos clásicos. El método o sistema de monta a la jineta tenía y tiene una característica muy especial, consistente en hacer correr, parar y girar el caballo bruscamente pero con sujeción a determinados principios. El caballo tenía que revolverse y marchar de uno a otro lado, incluso hacia atrás, con gran agilidad y presteza, y todo ello mediante la ayuda de pies, piernas y rodillas así como de la mano izquierda.
El freno reviste en este caso una forma muy especial y exclusiva: menos pesado y más corto que el de la brida. La silla asimismo, es un dato de preferente atención. Es distinta a la de la brida, de hechura casi cuadrada, de mayor fortaleza y con dos arzones prominentes, el de delante recto y el posterior alto también pero ligeramente inclinado hacia atrás. No obstante el caballero en esta silla va perfectamente encajado, sujeto y sin riesgo de descomponerse al ejecutar los movimientos necesarios en los ejercicios correspondientes.
Los estribos también son distintos a la otra monta: los había de dos clases, de "medio celemín" y de media luna, tanto para el combate como para torear de hierro, mientras que para el campo el material empleado era la madera. El pie, quedaba pues, perfectamente resguardado de los embites a los que había que oponerse, especialmente de los cuernos de los toros. En la jineta se utilizaban asimismo diversas espuelas, acicates diversos, de aguijón, pico de gorrión, etc. La posición del jinete es distinta en una y otra monta.

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